Mi Señora


 Ante ti, mi Señora. Ante ti me rindo. Ante ti caigo desesperado y beso el suelo que pisas. Más no hay palabras que pueda decirte. Mejor que otros hablen. 

¡Ay ronda, ronda, ronda
de la Virgen pequeña
y su barca!

La Virgen era pequeña 
y su corona de plata.
Amarillitos los cuatro bueyes 
que en su carro la llevaban.

Palomas de vidrio traían
la lluvia por la mañana.
Muertas y muertos de niebla
por las congostas llegaban.

¡Virgen, deja tu carina
en los dulces ojos de las vacas
y lleva sobre tu manto
las flores de la amortajada!

Por la testa de Galicia
ya viene saludando el alba.
La Virgen mira hacia el mar
desde la puerta de su casa.

¡Ay ronda, ronda, ronda
de la Virgen pequeña
y su barca!


Romance de Nuestra Señora de la Barca, Federico Garcia Lorca



La campanada blanca de maitines 
el seráfico artista ha despertado,
y al ponerse a pintar tiene a su lado 
un coro de rosados querubines. 

Y ellos le enseñan cómo se ilumina 
la frente, y las mejillas ideales 
de María, los ojos virginales, 
la mano trasparente y ambarina. 

Y el candor le presentan de sus alas 
para que copie su infantil blancura 
en las alas del ángel celestial, 

que, ataviado de perlinas galas, 
fecunda el seno de la Virgen pura, 
como el rayo del Sol por el cristal. 

               La anunciación, Manuel Machado. 















(El último video es un Salve Regina en Canto Gregoriano. Las imágenes y el título que eligió el autor del video son ilustrativas, pero con poca relación con el canto.) 


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