Credo

Sobre el Eternauta de Stagnaro

Hace un tiempo que no hago reflexiones en este blog. Debería haberlo hecho cuando se cumplió un año del nuevo gobierno argentino, confirmando todos los vaticinios nefastos en las dos entradas publicadas a principios del ´24. Podría decir que “me quedé corto”, el delirio monstruoso de este engendro transhumanista es aún peor de lo que imaginé y la vida en Argentina es cada día más difícil.

Lo que en sí me he equivocado, y me alegro, es en mis temores sobre el Eternauta de Netflix. Allá por el 2020, cuando se anunció la adaptación, me generó un estupor helado, que después se fue incrementando con el estreno de la vomitiva Anillos de Poder de Amazon, la confirmación del cast y la publicación de los primeros trailers, en dónde no reconocí más de una escena de la historieta original. La verdad es que esperaba un producto espantoso de talla monumental, totalmente carente de imaginación, arte, estilo y creatividad, típico de las producciones de la gran N, a quien he comparado con los Ellos mismos (pueden ver la nota del ´20 aquí).

El Eternauta tiene para mí una significación especial, fue parte de mi infancia y adolescencia. Pude conocer a Solano López en persona en una conferencia que dio en Mar del Plata, mis primeros trabajos en la facultad estuvieron relacionados con el peregrino de los siglos y siempre soñé con ser el director que adapte esta obra a la gran pantalla, y menos mal que no fue así.

Con todo el tablero dispuesto y con un partido perdido, me senté a ver El Eternauta a regaña dientes. El primer episodio lo sentí imposible de tragar (a primera vista), y a medida que fueron pasando los capítulos la cosa fue cambiando. Cuando llegué al final de la cuarta entrega directamente se me caían las lagrimas de la emoción. Hacía años que no sentía algo semejante. Quizás, algo parecido viví en la Carga de los Rohirrim en El Señor de los Anillos de Jackson. Así como los tambores y los violines de Howard Shore se enlazaban con el grito de “MUERTE” de Theoden, el charango, la voz de la negra Sosa y el coro de la Misa Criolla vestían de gloria al Caballero de la Eternidad, bajo la Nevada Mortal al canto de “CREO EN DIOS.

Sin palabras... Todo tan argentino, tan épico, tan amado...

Ahora, podría hacer un análisis de la serie, remarcando aciertos y errores (pocos). Pero no vale la pena. Prefiero reflexionar sobre la experiencia.

 

El eternauta político.

El Eternauta es una ficción marcada por la política cambiante del país. Desde su primera aparición, en el ´57-´59, podemos ver las claves del espíritu y los valores de su autor, HGO. Solidaridad, valor, caridad frente a los monstruos sin nombre que devoran el corazón amical de la humanidad. Con el devenir de las décadas, ya para el ´69, Juan Salvo regresa con los dibujos de Breccia y su autor original. En esta oportunidad con las sutilezas explicitadas en el gran imperialismo y el yugo al tercer mundo. Aquí, vemos que el viajero del tiempo se radicaliza, por decirlo de una forma, frente a las necesidades de un país al borde de uno de sus momentos más críticos. Oesterheld y Salvo parecen evolucionar con la juventud de los años ´50 y madurar a lo largo de los conflictos del siglo XX, tomando las formas heroicas que se necesitan en cada una de las décadas.

Ya a mediados de los ´70, bajo la dictadura militar y viviendo en clandestinidad, Germán nos revela al Juan Salvo del Eternauta 2, ahora con claras y nada sutiles alusiones a las guerrillas de aquellos años y al estado de persecución que llevaba a cabo el ejercito argentino. Los jóvenes y niños de los ´50, ahora adultos, vuelven a leer la primera parte de la nevada mortal, bajo las necesidades de la vida en dictadura, reinterpretando hechos sutiles e ideas generales, con una mirada en clave de guerra. Juan Salvo ahora tenía una misión mucho más explícita, más marcada por el espíritu de su tiempo.   

Con la desaparición del autor original, el Eternauta se despolitizó. Las aventuras siguientes que se fueron publicando durante las décadas del ´80 -´90, se centraron en los viajes del tiempo y las distintas luchas contra el invasor, retornando a referencias sutiles y mucho más pacificas, siguiendo el clima de esos años, de abandonar los conflictos armados y celebrar los triunfos democráticos.

Durante la década del 2000, y con la aparición de un peronismo tardo modernista, el Eternauta regresó en clave proselitista, como bandera de reivindicación de los valores nacionales, los desaparecidos y la nueva batalla cultura. Así, su imagen se volvió icono de un partido político especifico y signo de una lucha contra los poderes de los medios de comunicación. En estos años se realizaron distintas actividades relacionadas a Juan Salvo en Tecnopolis, la Feria del Libro y algunos municipios, y una serie de contenidos audiovisuales de muchísima calidad, de la que destaca la impresionante Germán, ultimas viñetas, estrenada en la Tv Pública. Todo esto reavivo el interés popular en la historia de Oesterheld (que había pasado a ser de culto durante la ultima etapa del siglo XX), tanto así que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de la Mano del Mauri Macri intentó, y estuvo cerca, de prohibir al Eternauta en las escuelas de la ciudad, incluso contando con una línea de denuncia para quienes recomienden la historieta. Todo muy distópico.  

En esta etapa Juan Salvo, cobró una imagen más festiva, de celebración. El Eternauta formó parte del aire de liberación de las crisis económicas y el fin del yugo del fondo monetario internacional. El Incaa y el cine argentino vivieron una pequeña etapa dorada, creando producciones de calidad, ganando premios y volviéndose un faro audiovisual en Latinoamérica. La adaptación estaba al caer... pero...

 

El Héroe

El país fue cambiando, y el clima festivo terminó con prontitud. El Eternauta pasó a segundo plano.  En la década del ´10 vimos como el cine nacional e internacional se fue degradando y cayendo en el delirio estupidizante de los contenidos sin sentido y las crisis narrativas. Las series y películas tanques (espectaculares - hollywoodenses) se perdían entre el pochoclo de las pantallas verdes y las correcciones políticas vacías. Por otro lado, el Incaa y el cine argentino se fue desfinanciando gradualmente, hasta el día de hoy, en el que no han estrenado ni un contenido en dos años. En este punto, las noticias no eran esperadas.

Tal como expresé en el 2020, cualquier novedad parecían noticias de destrucción de guion, faltas de respeto y efectos cutres. Para colmo, la que tomó la posta fue Netflix. La N, implementó un proyecto que buscaba financiar la adaptación de grandes historias latinoamericanas. Así, tuvimos Como agua para chocolate, Cien Años de Soledad, Pedro Páramo, entre otras. Curioso fue el caso argentino, que no se decantó por traer al Martín Fierro, Rayuela o el Adán Buenosayres, sino que fue El Eternauta. Y fue la decisión correcta. De hecho, de todos esos contenidos fue el mejor.

Y es que El Eternauta es el gran mito argentino, es la gran obra del siglo XX. En un formato inusitado, la historieta. Sin buscarlo, Oesterheld construyó un héroe, no solo colectivo, sino eterno. Un verdadero viajero de la eternidad, que se mueve en los devenires del tiempo nacional, cobrando el rostro de la solidaridad necesaria en cada momento particular.

Ahora, hasta el último instante nuestros miedos sobre la adaptación no eran infundados. En lo personal, creía que era el peor momento televisivo y cinematográfico para traer a Juan Salvo al cine. Consideraba que era tarde... me equivoqué...

 

Actualidad

El Eternauta fue anunciado en el 2020 y contó con el retraso de la pandemia, demorando la producción y su estreno a mediados de este año (2025). Hace año y medio que Argentina está bajo el dominio (democrático, y hasta ahí) de un gobierno transhumanista y darwinsita social. El presidente representa la ejecución del individualismo y de un falso estoicismo posmoderno, que defiende al mercado, al capital internacional y a la selva de la pobreza estructural planificada. Las leyes laboras, sociedades civiles, sindicatos, obras sociales, asistencia a ancianos y niños se ven como gastos innecesarios que no deben realizarse por el bien de la “macro”.

No somos pocos los que nos sentimos solos frente a una miseria planificada, al escuchar noticias terribles, como el cierre de programas para tratamientos oncológicos y enfermedades crónicas, el desfinanciamiento de fondos para discapacidad y el congelamiento de las jubilaciones. Para colmo, este año partió el Papa Francisco, generando cierto desamparo en los que creemos que “nadie se salva solo”. Son tiempos oscuros para los que confiamos en la comunidad y en el bien del país como el abrazo al sufriente y al abandonado. Nos sentimos derrotados por los cripto estafadores, los ideólogos de manuales, los programas de streaming, y los trols de redes sociales... pero... pero...

 

Ni tarde ni pronto.

En este marco de dolor vuelve..., y claro, siempre vuelve..., vuelve el Caballero de la Eternidad... y vuelve de la mano de lo inusitado, en lo inesperado, en Netflix... Vuelve con todo y con todos... ¡Sí! ¡Vuelve! Vuelve con el mate y con el truco... vuelve con el Torino y el Jugo de Tomate Frío... vuelve con la Negra Sosa y la Misa Criolla bajo el brazo... vuelve con Malvinas... con Malvinas... con Malvinas...

Porque claro, yo estaba equivocado, los héroes aparecen cuando los necesitamos... y ahora lo necesitamos. Lo necesitamos porque lo que esta en juego, no es el proselitismo kirchnerista, la reivindicación de montoneros o el peronismo. No. Lo que esta en juego son los valores mismos de la Argentina... la solidaridad... la comunidad...  la caridad... Esos valores universales que tenía HGO; y hoy Juan Salvo nos lo estampa en la cara: “nadie se salva solo”.  

 

Gloria

Hoy nos toca la nevada mortal. Tenemos que atravesar este invierno, este Kyrie posnuclear, sostenidos en el Credo, a la espera de la luz de un amanecer. El Eternauta vino a decirnos que no está todo dicho. Ya llegará el Gloria. Ya pasará la nevada. Ellos no tienen nada, solo esclavos, robots, cascarudos. No hay que sentirse amedrentados por estos streamers, twiteros o youtubers de dudosa billetera, son solo cascarudos... no tienen nada... no tienen nada... Y es que es verdad. ¿Ellos qué tienen? ¿A Lilia Lemoine? Bueno, nosotros tenemos a Mercedes Sosa. ¿Ellos tienen a la misa del Gordo Dan? Bueno, nosotros tenemos la Misa Criolla. ¿Ellos tienen a Nik? Bueno, nosotros tenemos a Oesterheld... Ellos no tienen nada... Nosotros tenemos al ETERNAUTA.

 

Aclaración

Y claro, el producto es inmenso, espectacular y un hito cultural global. Y no me resulta nada extraño que todos, todos, todos los críticos (o suspicaces) de la serie sean siempre afines directa o indirectamente a este gobierno. Ahora resulta que todos los anarcos libertarios de youtube, liberales de La Nacion y stremers de tiktok son “fanáticos de Oesterheld... y que la serie no está buena... porque bla bla bla...”

Bueno, a todos aquellos que nos les gustó la serie les digo, con todo respeto, que se vayan a la puta que los parió. 

Viva la Patria.   





     

Comentarios