Sombras

 Su pie rozó una piedra y cayó. Su cuerpo se desplomó sobre sus rodillas, y estas sangraron. Temiendo no poder levantarse tomó un bastón. No era más que una vieja rama de sauce seca, sin embargo lo sostuvo hasta que se encontró de pie. 

 Sus ojos, llenos de polvo y tierra, no le permitían ver más allá de su nariz. Caminó sin rumbo un tiempo. Al pasar cerca de un jardín, un zorzal lo vio desorientado. El ave se posó suavemente sobre su vara improvisada y comenzó a cantar. 

 Al principio solo escuchaba ruido, ese pequeño sonido que emiten las aves al caer la tarde. Al pasar el tiempo, el ruido se esclareció y formó música. Ahora había melodías muy definidas, tan bellas como perfectas. 

 Con cada paso que daba, el cantar del pájaro cambiaba. Por momentos su voz era tranquila y suave, pero a veces se volvía estridente y llena de fuerza. Sobre la rama de sauce el ave le mostró una nueva lengua, genuina y pura.  

 Y así, aquel que estuvo ciego caminó en las sombras sin temor alguno.  










   

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