Guitarra


La tierra tiene corazón sangrante. Vibra su latir bajo nuestros pies y nos recuerda las tristezas y alegrías de nuestros padres. Su espíritu no es más que las memorias de todos aquellos que se calentaron las manos con las llamas suaves de las brasas sureñas.

El cálido aroma del vino, madera vieja de rescoldo y piedra, acompaña al peregrino de esta tierra joven y herida. El fuego y las estrellas lo cubren con un manto de compañía serena y jovial. Y la guitarra le calma el corazón destemplado por tormentas silenciosas.  





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