Juan

 

Llorar en tu nombre por haber olvidado tu nombre. Más quienes escriben y leen los hechos de un tiempo pasado nos han negado tu fuerza, tu nobleza y tu honor. Abjuramos a tu casa y tu sangre; sangre que fluye por la venas de todos aquellos que hablan tu lengua, y en ella tu maldición.

La herida que te ha hecho quien fuiste yace en tu padre y en el padre de tu padre, y sin importar el dolor de tu estigma en ella recae tu gloria. No es ésta tu condena, el castigo es a tus hijos. A ellos les ha caído el peor de los designios de Dios, el extravío de la sombra de lo que has hecho.


Ante ti, niño de noble temple, nos arrodillamos en gratitud y perdón, en un grito desesperado para que nos oigas y sepas que hemos recordado tu nombre. Juan de Austria




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