Viejo perro surero y campero. Aclamador de santos y conversor de errantes. Amante de la Patria Celeste y viajero de la patria terrena. Portavoz de Fuego Vivo y emisario de la Tierra Alta.
Que retumbe para siempre el eco de tu voz en las columnas, en los vitrales, en los arcos y en los pasillos. Que oigamos siempre tus susurros en los fogones y en los banquetes. Que invoquemos siempre tu nombre con orgullo y presencia patriota y Celestial.
Bebemos con pena, ahínco, estilo y honor este mate amargo y seco, a la espera del reencuentro en la Luz Eterna.
Que el Angélico te abra las puertas del Cielo que amaste sin haber visto, y que la Virgen te abrace por tus palabras vivas en los hombres.
Los amigos que reuniste, las familias que hermanaste, los patriotas que formaste y los Cristianos que convertiste te lloramos ahora; pero solo por ahora. Pues mañana te celebraremos en el Vino y en el Pan; y solo alegría quedará en nuestros corazones por tu recuerdo.
Que brille para ti Luz que no tiene Fin.
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